Rescates martingala
Primero fue Grecia y ahora Irlanda. El patrón ha sido muy parecido, cuando el mercado ya no ha concedido más deuda a un país, va la Unión Europea y concede el dinero a un tipo de interés soportable para así salvar al país y, sobretodo, salvar a los prestamistas, que de otro modo perderían todo o parte de su capital.
Creo que no hace falta recordar que algunos de los grandes acreedores de estos dos países son Alemania, Francia y el Reino Unido, por lo que los rescates se están llevando a cabo más por el interés de estos que por el de los rescatados.
Pero lo grave de estos rescates es que, al estar ambos países en el Euro, no tienen moneda que devaluar, con lo que el peso de la deuda disminuiría, ni, y esto es lo más importante, se ha negociado una quita o reducción de la deuda con los acreedores a cambio de llevarse a cabo dicho rescate.
De esta forma, aquellos que han prestado a países de solvencia incierta, reciben la certidumbre de cobrar por parte de los otros países más solventes.
Esto no solo es moralmente condenable, si no que introduce incentivos muy perniciosos para los intereses generales, y los de los ciudadanos de a pie en especial, que llevan a que las consecuencias de malas administraciones, de grandes entidades privadas y gobernantes iluminados se repartan entre la población en general, cuando fueron convenientemente excluidos de los beneficios.
La lógica de este comportamiento es que si enfrentamos a los futuros inversores en deuda pública a la amenaza de una quita en caso de rescate, la posición financiera de otros países, en especial el nuestro, se vería seriamente comprometida, puesto que estos exigirían un mayor tipo de interés que quizás no fuera sostenible.
Por contra, con los rescates, los inversores cuentan con una red de seguridad adicional que les incitan a prestar a mejor precio, salvando así la situación.
Suponiendo que sea salvable.
El problema puede venir si, a pesar de eso, la situación de Portugal se deteriora y debe ser rescatada, lo que a su vez puede debilitar a España y necesitar otro rescate, que acabe afectando a Italia y…
Se conoce como martingala un método de apostar, que consiste en que cada vez que pierdes, doblas la apuesta. Al final o ganas una apuesta y recuperas todo el dinero perdido o se te acaba todo tu dinero.
La Unión Europea está jugando una y otra vez al doble o nada, rescatando los países uno detrás de otro. Perdió la apuesta de Grecia. ¿Ganará la de Irlanda? ¿O tendrá que apostar de nuevo con Portugal? ¿O…?
Cada vez que doblamos la apuesta, reforzamos los países débiles a cambio de debilitar un poco el conjunto. Pero pronto nos podemos encontrar en que la apuesta es demasiado grande.
Quizás la apuesta salga bien esta vez, pero con los incentivos que estamos dando al mercado, dentro de diez, veinte o treinta años volveremos a ver que algún gobernante ha endeudado irresponsablemente a su país o ha dejado que su sistema financiero navegue por aguas peligrosas y, con la connivencia de los mercados, sabedores que habrá rescate, nos encontremos de nuevo en una situación similar o peor.
Por contra, si se tomara ahora la determinación que todo rescate suponga una condonación parcial de la deuda por parte de los acreedores, cortaremos los incentivos perniciosos que estamos creando. Es hora, que al igual que los ciudadanos, los acreedores asuman su parte de la pérdida.
Y si eso nos lleva a una bancarrota parcial de varios países de la Unión, quizás sea la mejor opción para la recuperación. En serio.
Nota: Después de escribir el post encontré este artículo con argumentos y metáforas similares, pero bastante anterior al mío. Desde aquí, mi reconocimiento.
Creo que no hace falta recordar que algunos de los grandes acreedores de estos dos países son Alemania, Francia y el Reino Unido, por lo que los rescates se están llevando a cabo más por el interés de estos que por el de los rescatados.
Pero lo grave de estos rescates es que, al estar ambos países en el Euro, no tienen moneda que devaluar, con lo que el peso de la deuda disminuiría, ni, y esto es lo más importante, se ha negociado una quita o reducción de la deuda con los acreedores a cambio de llevarse a cabo dicho rescate.
De esta forma, aquellos que han prestado a países de solvencia incierta, reciben la certidumbre de cobrar por parte de los otros países más solventes.
Esto no solo es moralmente condenable, si no que introduce incentivos muy perniciosos para los intereses generales, y los de los ciudadanos de a pie en especial, que llevan a que las consecuencias de malas administraciones, de grandes entidades privadas y gobernantes iluminados se repartan entre la población en general, cuando fueron convenientemente excluidos de los beneficios.
La lógica de este comportamiento es que si enfrentamos a los futuros inversores en deuda pública a la amenaza de una quita en caso de rescate, la posición financiera de otros países, en especial el nuestro, se vería seriamente comprometida, puesto que estos exigirían un mayor tipo de interés que quizás no fuera sostenible.
Por contra, con los rescates, los inversores cuentan con una red de seguridad adicional que les incitan a prestar a mejor precio, salvando así la situación.
Suponiendo que sea salvable.
El problema puede venir si, a pesar de eso, la situación de Portugal se deteriora y debe ser rescatada, lo que a su vez puede debilitar a España y necesitar otro rescate, que acabe afectando a Italia y…
Se conoce como martingala un método de apostar, que consiste en que cada vez que pierdes, doblas la apuesta. Al final o ganas una apuesta y recuperas todo el dinero perdido o se te acaba todo tu dinero.
La Unión Europea está jugando una y otra vez al doble o nada, rescatando los países uno detrás de otro. Perdió la apuesta de Grecia. ¿Ganará la de Irlanda? ¿O tendrá que apostar de nuevo con Portugal? ¿O…?
Cada vez que doblamos la apuesta, reforzamos los países débiles a cambio de debilitar un poco el conjunto. Pero pronto nos podemos encontrar en que la apuesta es demasiado grande.
Quizás la apuesta salga bien esta vez, pero con los incentivos que estamos dando al mercado, dentro de diez, veinte o treinta años volveremos a ver que algún gobernante ha endeudado irresponsablemente a su país o ha dejado que su sistema financiero navegue por aguas peligrosas y, con la connivencia de los mercados, sabedores que habrá rescate, nos encontremos de nuevo en una situación similar o peor.
Por contra, si se tomara ahora la determinación que todo rescate suponga una condonación parcial de la deuda por parte de los acreedores, cortaremos los incentivos perniciosos que estamos creando. Es hora, que al igual que los ciudadanos, los acreedores asuman su parte de la pérdida.
Y si eso nos lleva a una bancarrota parcial de varios países de la Unión, quizás sea la mejor opción para la recuperación. En serio.
Nota: Después de escribir el post encontré este artículo con argumentos y metáforas similares, pero bastante anterior al mío. Desde aquí, mi reconocimiento.
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