Protestas en Francia generan grandes pérdidas
El gobierno francés estableció hoy un gabinete de crisis mientras más de mil gasolineras se quedaron sin combustible y conductores de camiones entorpecieron el tráfico en varias carreteras, en una nueva jornada de protestas por la reforma de pensiones planeada por el presidente Nicolas Sarkozy.
Según informó la cadena de radio France Info, más de mil gasolineras se vieron hoy desabastecidas de combustible en la sexta jornada de protestas en las 12 refinerías del país.
Además, varias carreteras se vieron afectadas por bloqueos protagonizados por camioneros. También se vio alterado el transporte por ferrocarril: para la jornada de hoy se prevé la cancelación de la mitad de los trenes que circulan por suelo francés.
En varias ciudades del país, como París, Burdeos, Lyon o Lille, los estudiantes bloquearon el acceso a las instalaciones y se enfrentaron a la policía, que respondió con gas lacrimógeno y varias detenciones.
Según los medios de comunicación, los jóvenes incendiaron además varios coches y rompieron escaparates. También el sector energético se vio afectado, ya que los empleados de la central atómica de Flamanville acordaron una huelga de 48 horas.
Las protestas continuarán mañana martes, cuando se cancelarán al menos un tercio de los vuelos, según informaron las autoridades aéreas nacionales DGAC. En el segundo aeropuerto más grande del país, el parisino de Orly, podrían suspenderse hasta la mitad de los trayectos.
Los opositores a la reforma creen poder aún hacer dar marcha atrás al presidente francés, Nicolas Sarkozy. La reforma prevé el aumento de la edad laboral: la edad mínima para acceder a una pensión pasará de 60 a 62 años hasta 2018, entre otras medidas.
El paquete completo de la reforma será votado el próximo miércoles en el Senado. La aprobación definitiva por el conjunto del Parlamento, es decir, la Asamblea Nacional y el Senado, se espera poco después. Debido a las mayorías con las que cuenta el gobierno, se considera una cuestión meramente formal.
Escasez energética
Por su parte, la ministra Lagarde ha llamado a la calma a la población ante el posible corte del suministro energético, anunciando que el Gobierno dispone de reservas de combustible que pueden mantener a la nación por al menos un mes. “Tenemos reservas. Que no cunda el pánico”, declaró Lagarde a la emisora RTL.
El corte de suministro energético provocado por las protestas contra la reforma de la ley de pensiones en Francia podría provocar que el aeropuerto Roissy-Charles-de-Gaulle de París se quedara sin reservas de queroseno en pocos días, según informaron fuentes aeroportuarias al diario galo ‘La Tribune’.
Según las fuentes consultadas, las aerolíneas están “muy preocupadas” ante la falta de reservas en los depósitos de los suministradores de queroseno. “Shell tiene algo más de combustible en Roissy, a ENI todavía le queda algo, pero Total está casi vacía”, explicaron. El oleoducto que suministra combustible a los aeropuertos de Roissy y Orly se encuentra cerrado desde el viernes por la mañana por ante la insuficiencia de derivados del petróleo.
Por este motivo, el Directorio General de la Aviación Civil (DGCA) ya ha recomendado a los vuelos extranjeros con destino París que realicen “cargas dobles de queroseno” para asegurarse de que tienen combustible suficiente para volver y no quedarse atrapados en tierra.
La DGCA todavía no ha declarado oficialmente en alerta los aeropuerto de París (De Gaulle y Orly) ya que consideran que la situación todavía no es alarmante. Las aerolíneas, especialmente Air France, rechazan esta postura y consideran que el momento actual “es crítico”, según un representante de la aerolínea francesa.
Aunque se reanude el suministro, el queroseno que se encuentra depositado en Le Havre podría tardar 48 horas en llegar a París, sin tener en cuenta el proceso de decantación y análisis necesario para garantizar su uso en los aparatos.
Paradoja francesa
Francia vive una paradoja social grave: el nivel de sindicación más bajo de Europa coincide con el mayor número de horas de trabajo perdidas, como consecuencias de las huelgas de funcionarios y empleados del Estado.
Según las estadísticas de la International Labor Office (ILO), a finales del siglo XX apenas un 9 o un 9.1 por ciento de los trabajadores franceses estaban afiliados a algún sindicato. Detalle que debe matizarse: la gran mayoría de esos afiliados son funcionarios, trabajadores o empleados del sector público. Los niveles de sindicación de los trabajadores del sector privado son bastante inferiores.
Se trata de un nivel de sindicación insignificante, comparado con los niveles de afiliación del Alemania (28 por ciento), el Reino Unido (32 / 33 por ciento) o Italia (43 / 45 por ciento). No cabe comparación con los países nórdicos, como Suecia (90 / 91 por ciento) o Dinamarca (80 / 81 por ciento), que tienen modelos sindicales muy distintos.
Ese nivel de afiliación sindical entre funcionarios, trabajadores y empleados del sector público tiene una consecuencia inmediata: muy pocos trabajadores, con un nivel de representación social muy modesto, pueden “paralizar” Francia con gran facilidad, ya que son ellos quienes controlan los transportes públicos, los ferrocarriles, los aeropuertos, los “nervios” históricos de la protesta sindical, en Francia.
Según las cifras del Instituto Sindical Europeo (ISE) y el Observatorio europeo de las relaciones de trabajo (Oert), en Francia se perdieron en 2008 1,4 millones de horas de trabajo como consecuencia de un rosario de huelgas nacionales, con cierta repercusión europea en muchos casos.
Entre el 2005 y el 2008, en Francia se perdieron 132 días de trabajo anuales por cada mil empleados. Récord continental sólo superado esos años por Dinamarca, como consecuencia de una huelga excepcional de las enfermeras danesas.
Entre el 2005 y el 2008, el resto de los países europeos, con mayor nivel de sindicación que Francia, siempre perdieron muchas menos horas de trabajo como consecuencia de huelgas: 78.8 días laborales por cada mil trabajadores en Bélgica, 72.9 en Finlandia, 60.4 en España, 43.6 en Noruega, 34.8 en Italia, 23.8 en el Reino Unido, 6.2 en Suecia y Alemania.
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