Chile: Devastación, muerte, saqueos y toque de queda
La presidenta Michelle Bachelet declaró el estado de emergencia por catástrofe y convocó al ejército para controlar los saqueos en Concepción y Bío Bío. Varios supermercados fueron vaciados en Concepción. La cifra oficial de muertes llega a 711.
A poco más de dos días de uno de los mayores terremotos de que se tenga registro en la historia de la humanidad, Chile todavía lucha por despertarse de la pesadilla, mientras las cifras de muertes van in crescendo –los últimos datos oficiales indicaban 711 fallecidos y la propia presidenta Michelle Bachelet presumía muchos más–, se desataban los saqueos en supermercados, y la mensura de la tragedia comenzaba a despuntar a partir de imágenes estremecedoras. Ayer, Bachelet volvió a recorrer la zona del epicentro, la región de Maule, donde se produjo la mayor cantidad de muertes (502), para luego declarar el estado de catástrofe en Maule y en la región de Bío Bío, y ordenó la distribución de alimentos gratuitos en las zonas más golpeadas. De hecho, a media tarde de ayer, el ejército tomaba control en la ciudad de Concepción, donde se estaban produciendo saqueos. Allí fue decretado el toque de queda. Los supermercados, en acuerdo con el gobierno, llamaron a la calma, pidieron a los medios que no difundieran noticias sobre saqueos y aseguraron el abastecimiento.
En Concepción, entre tanto, los expertos intentaban rescatar a casi medio centenar de personas atrapadas bajo la estructura del edificio Borde Río, de 15 pisos de altura, mientras testigos aseguraban que se podían escuchar gritos desgarradores que surgían de entre los escombros.
“Habría 48 personas atrapadas que se presume están vivas”, dijo el bombero Ignacio Carrizo, a cargo de uno de los cuerpos de rescate que trabajan alrededor del edificio desmoronado, que apenas si tenía un año de finalizado. “Fue impresionante, porque los pilares se movían de un lado a otro, y luego se hundió y estaba todo destrozado”, contó Ewin Jiménez, uno de los sobrevivientes que lograron escapar por las ventanas del edificio.
Carrizo confirmó que habían rescatado ocho cadáveres. Perros y equipos especializados trabajaban sin parar desde el momento del derrumbe, ante la mirada de decenas de curiosos, que alentaban con sus gritos a los rescatistas. “Estamos trabajando duro y no vamos a descansar hasta rescatarlos a todos”, señaló Francisco Contreras, otro de los bomberos.
En la ciudad de Talcahuano, sobre la costa y adyacente a Concepción, los militares lanzaron disparos al aire para disuadir a una multitud que a la fuerza abría contenedores de barcos en busca de bananas, aceite y azúcar. El ministro de Defensa, Francisco Vidal, envió 10.000 uniformados a la zona de catástrofe para reforzar la seguridad.
Las regiones del Maule y del Bío Bío quedaron bajo estado de excepción constitucional de catástrofe por un período de 30 días, con lo que se aceleran las peticiones de la población hacia el poder central. “Se busca con esta medida garantizar la situación de orden público en las zonas más afectadas y acelerar la distribución y entrega de ayuda”, explicó Bachelet.
“Hemos tenido un día dramático, con un terremoto que ha causado daños enormes. Esperamos que la cifra de fallecidos aumente, debido a que hay gente bajo los escombros”, afirmó Jaime Tohá, intendente de la región del Bío Bío, una de las más devastadas por el sismo. A todo esto, en Concepción, sin luz ni comunicaciones, la desesperación se disparó en forma de saqueos. Las cámaras de la televisión chilena tomaban las imágenes de centenares de personas que violentaban la entrada de un supermercado en busca de alimentos y productos de primera necesidad.
“Esto es para mis hijos, es la única forma que tengo de alimentarlos”, decía un hombre con los ojos llorosos mientras se empeñaba en violentar una puerta metálica para ingresar al supermercado. “Tenemos que comer”, señaló una mujer, mientras una multitud corría con cajas de leche y otras mercaderías en las manos, ya sea de alimentos como de lavadoras y televisores de plasma. Hasta el mediodía los servicios esenciales como energía eléctrica, gas y agua continuaban cortados. Además, en varios supermercados de la zona donde comenzaron los saqueos, la policía intentó detener los robos distribuyendo alimentos a la población necesitada.
“La situación ha sido caótica desde un principio. Se ha intentado proteger lo que se puede”, dijo el policía Jorge Córdova. “La ciudad está sin agua, sin electricidad, y la gente la recorre en auto buscando lugares de donde sacar comida, remedios o lo que sea”, agregó.
“Si no logramos solucionar el tema de alimentos nos enfrentaremos a una situación muy conflictiva”, expresó la alcaldesa Jacqueline Van Rysselberghe, que reclamó en varias oportunidades ayuda estatal inmediata. Pero si el panorama en la ciudad era dramático, en las comunidades costeras el tsunami provocó desesperación. Tanto en Talcahuano como en la cercana Dichato, las embarcaciones fueron arrojadas tierra adentro por la fuerza de la marejada (ver página 4).
A lo largo del país la destrucción toma cuerpo en decenas de puentes caídos, edificios derrumbados, vías cortadas por los escombros, todo lo cual dificulta la llegada de ayuda. En Santiago, el aeropuerto internacional seguía cerrado ayer aunque se permitió la llegada de unos pocos vuelos (ver aparte). Entre tanto, la Oficina Nacional de Emergencias de Chile (Onemi) informó que una réplica del sismo afectó ayer por la mañana las regiones de Valparaíso, Metropolitana, O’Higgins y el Maule. El nuevo sacudón provocó pánico en la población, que mayormente pasó la noche en las calles. Fuentes policiales informaron que otra vez crujieron las bases y se rompieron vidrios, pero no hubo nuevos derrumbes. Sin embargo, para evitar consecuencias, durante la mañana las autoridades de Viña del Mar ordenaron evacuar a los habitantes de dos torres que todavía se animaban a permanecer en esa tierra de nadie que representan los edificios.
A poco más de dos días de uno de los mayores terremotos de que se tenga registro en la historia de la humanidad, Chile todavía lucha por despertarse de la pesadilla, mientras las cifras de muertes van in crescendo –los últimos datos oficiales indicaban 711 fallecidos y la propia presidenta Michelle Bachelet presumía muchos más–, se desataban los saqueos en supermercados, y la mensura de la tragedia comenzaba a despuntar a partir de imágenes estremecedoras. Ayer, Bachelet volvió a recorrer la zona del epicentro, la región de Maule, donde se produjo la mayor cantidad de muertes (502), para luego declarar el estado de catástrofe en Maule y en la región de Bío Bío, y ordenó la distribución de alimentos gratuitos en las zonas más golpeadas. De hecho, a media tarde de ayer, el ejército tomaba control en la ciudad de Concepción, donde se estaban produciendo saqueos. Allí fue decretado el toque de queda. Los supermercados, en acuerdo con el gobierno, llamaron a la calma, pidieron a los medios que no difundieran noticias sobre saqueos y aseguraron el abastecimiento.
En Concepción, entre tanto, los expertos intentaban rescatar a casi medio centenar de personas atrapadas bajo la estructura del edificio Borde Río, de 15 pisos de altura, mientras testigos aseguraban que se podían escuchar gritos desgarradores que surgían de entre los escombros.
“Habría 48 personas atrapadas que se presume están vivas”, dijo el bombero Ignacio Carrizo, a cargo de uno de los cuerpos de rescate que trabajan alrededor del edificio desmoronado, que apenas si tenía un año de finalizado. “Fue impresionante, porque los pilares se movían de un lado a otro, y luego se hundió y estaba todo destrozado”, contó Ewin Jiménez, uno de los sobrevivientes que lograron escapar por las ventanas del edificio.
Carrizo confirmó que habían rescatado ocho cadáveres. Perros y equipos especializados trabajaban sin parar desde el momento del derrumbe, ante la mirada de decenas de curiosos, que alentaban con sus gritos a los rescatistas. “Estamos trabajando duro y no vamos a descansar hasta rescatarlos a todos”, señaló Francisco Contreras, otro de los bomberos.
En la ciudad de Talcahuano, sobre la costa y adyacente a Concepción, los militares lanzaron disparos al aire para disuadir a una multitud que a la fuerza abría contenedores de barcos en busca de bananas, aceite y azúcar. El ministro de Defensa, Francisco Vidal, envió 10.000 uniformados a la zona de catástrofe para reforzar la seguridad.
Las regiones del Maule y del Bío Bío quedaron bajo estado de excepción constitucional de catástrofe por un período de 30 días, con lo que se aceleran las peticiones de la población hacia el poder central. “Se busca con esta medida garantizar la situación de orden público en las zonas más afectadas y acelerar la distribución y entrega de ayuda”, explicó Bachelet.
“Hemos tenido un día dramático, con un terremoto que ha causado daños enormes. Esperamos que la cifra de fallecidos aumente, debido a que hay gente bajo los escombros”, afirmó Jaime Tohá, intendente de la región del Bío Bío, una de las más devastadas por el sismo. A todo esto, en Concepción, sin luz ni comunicaciones, la desesperación se disparó en forma de saqueos. Las cámaras de la televisión chilena tomaban las imágenes de centenares de personas que violentaban la entrada de un supermercado en busca de alimentos y productos de primera necesidad.
“Esto es para mis hijos, es la única forma que tengo de alimentarlos”, decía un hombre con los ojos llorosos mientras se empeñaba en violentar una puerta metálica para ingresar al supermercado. “Tenemos que comer”, señaló una mujer, mientras una multitud corría con cajas de leche y otras mercaderías en las manos, ya sea de alimentos como de lavadoras y televisores de plasma. Hasta el mediodía los servicios esenciales como energía eléctrica, gas y agua continuaban cortados. Además, en varios supermercados de la zona donde comenzaron los saqueos, la policía intentó detener los robos distribuyendo alimentos a la población necesitada.
“La situación ha sido caótica desde un principio. Se ha intentado proteger lo que se puede”, dijo el policía Jorge Córdova. “La ciudad está sin agua, sin electricidad, y la gente la recorre en auto buscando lugares de donde sacar comida, remedios o lo que sea”, agregó.
“Si no logramos solucionar el tema de alimentos nos enfrentaremos a una situación muy conflictiva”, expresó la alcaldesa Jacqueline Van Rysselberghe, que reclamó en varias oportunidades ayuda estatal inmediata. Pero si el panorama en la ciudad era dramático, en las comunidades costeras el tsunami provocó desesperación. Tanto en Talcahuano como en la cercana Dichato, las embarcaciones fueron arrojadas tierra adentro por la fuerza de la marejada (ver página 4).
A lo largo del país la destrucción toma cuerpo en decenas de puentes caídos, edificios derrumbados, vías cortadas por los escombros, todo lo cual dificulta la llegada de ayuda. En Santiago, el aeropuerto internacional seguía cerrado ayer aunque se permitió la llegada de unos pocos vuelos (ver aparte). Entre tanto, la Oficina Nacional de Emergencias de Chile (Onemi) informó que una réplica del sismo afectó ayer por la mañana las regiones de Valparaíso, Metropolitana, O’Higgins y el Maule. El nuevo sacudón provocó pánico en la población, que mayormente pasó la noche en las calles. Fuentes policiales informaron que otra vez crujieron las bases y se rompieron vidrios, pero no hubo nuevos derrumbes. Sin embargo, para evitar consecuencias, durante la mañana las autoridades de Viña del Mar ordenaron evacuar a los habitantes de dos torres que todavía se animaban a permanecer en esa tierra de nadie que representan los edificios.
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